Cuando saqué el móvil del bolsillo éste marcaba las 18’37 horas. Estaba en el water de la biblioteca, frente a un retrete. Lo curioso es que recordaba haber entrado a mear sobre las 20 h.; sólo había una explicación posible: había pasado un día completo allí dentro, lo que explicaría el color tumefacto y el cansancio de mis piernas. Suelen decir que tardo mucho cuando voy a mear; tal vez a partir de ahora les dé la razón.
No sabía quién cojones habría en la biblioteca, pero un rugido de mi estómago me indicó que antes de salir debía sentarme a reflexionar unos momentos. Con decisión posé mi culo sobre la taza (no sobre la tapa reclinable, no: sobre el borde fino y frío de cerámica). Casi me voy de lado al resbalar mi trasero con las gotas aún recientes de mi última meada; menos mal que una parte considerable del meado que reposaba entre mi culo y la cerámica ya estaba seco (más bien como gelatinoso) y actuó como una especie de tímido antideslizante. Bien, podía cagar en paz.
En la sala, ajeno a mi conocimiento, Lefai leía un libro de Borges (el segundo del día y quinto de la semana). Pese a que había advertido hacía rato un intenso olor a perfume de vainilla, no había reparado nuestro amigo en la presencia de Cocos, emanadora de ese suave aroma; estaba sentada detrás de él, dos asientos más arrimada a la pared. Cuál fue la sorpresa de Lefas cuando la chica se levantó -él miró de reojo- y, con notable sutileza, se dispuso a recorrer el tramo entre mesas que la separaba de la salida. En el instante en el que la diva pasó junto a Lefai, el pompis de la niña rozó (Lefai consideró el contacto como una ‘refregada’ en toda regla) la espalda, de hombro a hombro, del emocionado estudiante; un segundo de contacto. Lefai levantó la vista de sopetón, mirando al frente, rojo cual cigarra cocida, y mantuvo la respiración. El sudor acudió fugaz a su frente.
La primera reacción de Lefai fue coger el paquete de Lucky y salir a fumar. Una vez fuera empalmó un cigarro tras otro hasta un total de cuatro; le dolían los huevos. Todavía aturdido, respiró hondo y pensó en ir al servicio a mojarse la cara. Se dirigió a la puerta mientras guardaba el tabaco en el bolsillo; no reparó en que alguien salía por la puerta que él acababa de abrir y, con la mirada dirigida al bolsillo, chocó levemente (un roce mínimo) con su brazo el brazo de…Cocos. Justo en el momento del roce los ojos de Lefas ya estaban a la altura de los característicos pechos de la sofisticada muchacha; su mirada no pasó de ahí. Reconociéndola al instante, Lefai no pudo resistir el segundo roce, esta vez piel con piel, y se introdujo corriendo en la biblioteca, saltó los aparatos mecánicos -la expresión grave, la cara casi desencajada- y en cuatro zancadas ya estaba en la puerta del baño, con las manos temblorosas desabotonando los jeans.
De una patada abrió la primera puerta, entró al baño y -morada la cara y la piel de gallina- asestó una segunda patada al cubículo en el que yo meditaba fumando el segundo pitillo. Nuestras mirada se encontraron justo en el instante en el que Lefai abría la boca para emitir uno de los berridos más brutales que una garganta humana ha emitido jamás. Yo –estupefacto y pitillo en boca- bajé la mirada hacia el miembro tieso que Lefai sostenía agarrado sobre sus dos manos. No tuve tiempo de reaccionar. Su nabo, a punto de reventar, soltó un potentísimo lefazo que me quitó el pitillo de la boca. Lefa y ceniza se estrellaron contra los azulejos verdes; un segundo lefazo, proyectado esta vez contra mi rodilla derecha, dislocó mi pierna al golpear contra ella; el tercer y último lefazo salió disparado hacia el techo, reventando los tubos de neón que nos alumbraban. Con la oscuridad cesó el bramido de Lefai, que dejó paso a la sirena de emergencia.
Cuando volvió la luz no había rastro de Lefai -aparte de esa sustancia que hasta hacía poco rato anidaba en su escroto-. Han paso tres días y todavía no tenemos noticias suyas.
viernes, 8 de junio de 2007
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1 comentario:
Hola Horatio, estoy aquí... jajajajajaj ajajaja jaja jajaj ajaj ajaj aj a aja ajaaj ajaj aj aja ja aj aj aj aj aja ja ja aja
sí... aquí... jaja aja aja jajajaja aja jaajajajaj aja jja aj aa
aj
aja jaajajaja ja ja aj ajajaaa
sí... ehem, ehem... bueno... ya me voy.... pero que sepas que he estado aquí.....
jaja aja ajajajajajaj ajajajaja ajajaja ajajajaja ajajajaja ajjajaa jaja aa jaa
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