No os pasado nunca el decir: ¡¡madre mia, voy a ir a ver esta pelicula, que tiene un trailer cojonudo!! Pues bien, no os dejeis engañar mas por ellos, con un coge de aqui y de alla, y cambiar unas poquitas cosas, todo puede cambiar su sentido....
viernes, 22 de junio de 2007
lunes, 11 de junio de 2007
KEYBUS

Estabamos amenazados, sabíamos que podría ocurrir, pero ¡DIOS! no así..! Lefai cumplió su promesa, y no lo hizo solo...
Era un martes kualkiera, de una semana kualkiera, T.A. Y yo nos disponiamos a disfrutar de una sesión de cine VOS. ¡que felices eramos mientras comprábamos la entrada y esperabamos la hora de acomodarnos en la pekeña sala del Albatros!
KEYBUS: comedia erótika...mmmmm..como apetecía.
La película discurria con normalidad, diferentes personas con problemas y situaciones sexuales complejas, todo iba bien, estabamos solas en la sala, nadie molestaba..pero sentiamos la presencia del hobrecillo(hombrecillo..hombrecilloooo...) del proyector...de hecho nos sentiamos observadas, quizá le estrañase que dos muxaxillas solas viesen ese tipo de películas, pero había algo más...(uuuuhhh).
Tras 40 minutos de film y de escenas bastante peculiares(sadomasokismo, autofelación, xinitas q nunk habían tenido un orgasmo), no creíamos poder sorprendernos más ¡q ekivokadas!!!...
La escena comenzaba en la mirada subjetiva de un mirón que espiaba a sus vecino gays..el plano se acerca, y nos muestra la situación sexual que se estaba produciendo...y ¡Sí! ¡ERAN ELLOS! Lefai y sus vasallos!! H.iJ y A.C. eran una pareja estable, pero su vida sexual no estaba llena, hasta que conocieron a su nuevo amiguito en un antro llamado Keybus...los nuevos amantes realizaban juegos obscenos: roces,felaciones(mmmm...), caricias, besos negros, abrazos...pero lo que más nos sorprendió(gratamente, por supuesto) fue el guiño al "karakol", ¡sí,sí! al karakol..el micro resultaba pekuliar, de diafragma grande(muy grande...). La situación resultaba cómika; el pekeño coyote cantaba alegremente en el orificio de placer de su nuevo amante( me dices que me parezco a los caracoles, me sobra techo me muero en soles, tras la espesura del chaparrón...) mientras H.iJ jadeaba con dulzura...
y se tokaba....mmmm. Nosotras nos miramos divertidas( y tanto...) y fué en ese momento en que nos dimos cuenta de q nos observaban. oimos unos pasos q venían hacia la sala, y una risa malévola( sonido 3.1 surround envolvente) que nos indikaba la presencia de Lefai(ahora 3 en 1, porque el poder de lefai les había absorvido!!!ahora era más fuerte!) era...SUPERLEFAI! (titiriii) Nos asustamos, intentamos huir, pero todo estaba cerrado...nos acurrucamos en un rinkón, superlefai 3 en 1 se aproximaba con mirada sucia(suciaa, suciiaaa..)....y........PUAGGGG! Todo se impregnó de su esencia maskulina,...todo se volvió borroso...todo terminó...
viernes, 8 de junio de 2007
PREGUNTAS ESTUPIDAS, RESPUESTAS ABSURDAS
Desde la distancia, y tras haber leido los comienzos de este blog, el que escribe ahora mismo se encuentra aplaudiendo por la increible odisea de lefai. Despues de 8 horas en las que tendria que haber estado destrozando mi higado en lugar de mirando un monton de monitores, solo espero y deseo que Lefai siga inundando este sitio con sus historias (que no con sus lefadas). Sin embargo, despues de algunos dias con gastroenteritis (mear por el culo como se dice por la zona de Vallecas sur) yo me pregunto.... ¿como sabe un tio con los dos ojos de cristal que ha terminado de limpiarse?
Biblioteca: “El roce”. Capítulo 1.
Cuando saqué el móvil del bolsillo éste marcaba las 18’37 horas. Estaba en el water de la biblioteca, frente a un retrete. Lo curioso es que recordaba haber entrado a mear sobre las 20 h.; sólo había una explicación posible: había pasado un día completo allí dentro, lo que explicaría el color tumefacto y el cansancio de mis piernas. Suelen decir que tardo mucho cuando voy a mear; tal vez a partir de ahora les dé la razón.
No sabía quién cojones habría en la biblioteca, pero un rugido de mi estómago me indicó que antes de salir debía sentarme a reflexionar unos momentos. Con decisión posé mi culo sobre la taza (no sobre la tapa reclinable, no: sobre el borde fino y frío de cerámica). Casi me voy de lado al resbalar mi trasero con las gotas aún recientes de mi última meada; menos mal que una parte considerable del meado que reposaba entre mi culo y la cerámica ya estaba seco (más bien como gelatinoso) y actuó como una especie de tímido antideslizante. Bien, podía cagar en paz.
En la sala, ajeno a mi conocimiento, Lefai leía un libro de Borges (el segundo del día y quinto de la semana). Pese a que había advertido hacía rato un intenso olor a perfume de vainilla, no había reparado nuestro amigo en la presencia de Cocos, emanadora de ese suave aroma; estaba sentada detrás de él, dos asientos más arrimada a la pared. Cuál fue la sorpresa de Lefas cuando la chica se levantó -él miró de reojo- y, con notable sutileza, se dispuso a recorrer el tramo entre mesas que la separaba de la salida. En el instante en el que la diva pasó junto a Lefai, el pompis de la niña rozó (Lefai consideró el contacto como una ‘refregada’ en toda regla) la espalda, de hombro a hombro, del emocionado estudiante; un segundo de contacto. Lefai levantó la vista de sopetón, mirando al frente, rojo cual cigarra cocida, y mantuvo la respiración. El sudor acudió fugaz a su frente.
La primera reacción de Lefai fue coger el paquete de Lucky y salir a fumar. Una vez fuera empalmó un cigarro tras otro hasta un total de cuatro; le dolían los huevos. Todavía aturdido, respiró hondo y pensó en ir al servicio a mojarse la cara. Se dirigió a la puerta mientras guardaba el tabaco en el bolsillo; no reparó en que alguien salía por la puerta que él acababa de abrir y, con la mirada dirigida al bolsillo, chocó levemente (un roce mínimo) con su brazo el brazo de…Cocos. Justo en el momento del roce los ojos de Lefas ya estaban a la altura de los característicos pechos de la sofisticada muchacha; su mirada no pasó de ahí. Reconociéndola al instante, Lefai no pudo resistir el segundo roce, esta vez piel con piel, y se introdujo corriendo en la biblioteca, saltó los aparatos mecánicos -la expresión grave, la cara casi desencajada- y en cuatro zancadas ya estaba en la puerta del baño, con las manos temblorosas desabotonando los jeans.
De una patada abrió la primera puerta, entró al baño y -morada la cara y la piel de gallina- asestó una segunda patada al cubículo en el que yo meditaba fumando el segundo pitillo. Nuestras mirada se encontraron justo en el instante en el que Lefai abría la boca para emitir uno de los berridos más brutales que una garganta humana ha emitido jamás. Yo –estupefacto y pitillo en boca- bajé la mirada hacia el miembro tieso que Lefai sostenía agarrado sobre sus dos manos. No tuve tiempo de reaccionar. Su nabo, a punto de reventar, soltó un potentísimo lefazo que me quitó el pitillo de la boca. Lefa y ceniza se estrellaron contra los azulejos verdes; un segundo lefazo, proyectado esta vez contra mi rodilla derecha, dislocó mi pierna al golpear contra ella; el tercer y último lefazo salió disparado hacia el techo, reventando los tubos de neón que nos alumbraban. Con la oscuridad cesó el bramido de Lefai, que dejó paso a la sirena de emergencia.
Cuando volvió la luz no había rastro de Lefai -aparte de esa sustancia que hasta hacía poco rato anidaba en su escroto-. Han paso tres días y todavía no tenemos noticias suyas.
No sabía quién cojones habría en la biblioteca, pero un rugido de mi estómago me indicó que antes de salir debía sentarme a reflexionar unos momentos. Con decisión posé mi culo sobre la taza (no sobre la tapa reclinable, no: sobre el borde fino y frío de cerámica). Casi me voy de lado al resbalar mi trasero con las gotas aún recientes de mi última meada; menos mal que una parte considerable del meado que reposaba entre mi culo y la cerámica ya estaba seco (más bien como gelatinoso) y actuó como una especie de tímido antideslizante. Bien, podía cagar en paz.
En la sala, ajeno a mi conocimiento, Lefai leía un libro de Borges (el segundo del día y quinto de la semana). Pese a que había advertido hacía rato un intenso olor a perfume de vainilla, no había reparado nuestro amigo en la presencia de Cocos, emanadora de ese suave aroma; estaba sentada detrás de él, dos asientos más arrimada a la pared. Cuál fue la sorpresa de Lefas cuando la chica se levantó -él miró de reojo- y, con notable sutileza, se dispuso a recorrer el tramo entre mesas que la separaba de la salida. En el instante en el que la diva pasó junto a Lefai, el pompis de la niña rozó (Lefai consideró el contacto como una ‘refregada’ en toda regla) la espalda, de hombro a hombro, del emocionado estudiante; un segundo de contacto. Lefai levantó la vista de sopetón, mirando al frente, rojo cual cigarra cocida, y mantuvo la respiración. El sudor acudió fugaz a su frente.
La primera reacción de Lefai fue coger el paquete de Lucky y salir a fumar. Una vez fuera empalmó un cigarro tras otro hasta un total de cuatro; le dolían los huevos. Todavía aturdido, respiró hondo y pensó en ir al servicio a mojarse la cara. Se dirigió a la puerta mientras guardaba el tabaco en el bolsillo; no reparó en que alguien salía por la puerta que él acababa de abrir y, con la mirada dirigida al bolsillo, chocó levemente (un roce mínimo) con su brazo el brazo de…Cocos. Justo en el momento del roce los ojos de Lefas ya estaban a la altura de los característicos pechos de la sofisticada muchacha; su mirada no pasó de ahí. Reconociéndola al instante, Lefai no pudo resistir el segundo roce, esta vez piel con piel, y se introdujo corriendo en la biblioteca, saltó los aparatos mecánicos -la expresión grave, la cara casi desencajada- y en cuatro zancadas ya estaba en la puerta del baño, con las manos temblorosas desabotonando los jeans.
De una patada abrió la primera puerta, entró al baño y -morada la cara y la piel de gallina- asestó una segunda patada al cubículo en el que yo meditaba fumando el segundo pitillo. Nuestras mirada se encontraron justo en el instante en el que Lefai abría la boca para emitir uno de los berridos más brutales que una garganta humana ha emitido jamás. Yo –estupefacto y pitillo en boca- bajé la mirada hacia el miembro tieso que Lefai sostenía agarrado sobre sus dos manos. No tuve tiempo de reaccionar. Su nabo, a punto de reventar, soltó un potentísimo lefazo que me quitó el pitillo de la boca. Lefa y ceniza se estrellaron contra los azulejos verdes; un segundo lefazo, proyectado esta vez contra mi rodilla derecha, dislocó mi pierna al golpear contra ella; el tercer y último lefazo salió disparado hacia el techo, reventando los tubos de neón que nos alumbraban. Con la oscuridad cesó el bramido de Lefai, que dejó paso a la sirena de emergencia.
Cuando volvió la luz no había rastro de Lefai -aparte de esa sustancia que hasta hacía poco rato anidaba en su escroto-. Han paso tres días y todavía no tenemos noticias suyas.
jueves, 7 de junio de 2007
El Reclamo

Hermanos, orad. Hoy es el día, ahora, no perdáis ni un segundo, hablar con el, llamarlo necesitamos que vuelva, o al menos yo lo necesito, así que hacerlo por mi, orad. Lleva muchos días sin acompañarnos, no lo olvidamos pero cada día aparece en menos de nuestros pensamientos, de nuestras palabras. El que un día se convirtió en el centro de nuestra vida, en el sentido de nuestra existencia, en nuestro fiel y querido amigo... ha desaparecido, a veces, cada vez menos veces, se deja sentir, pero sin duda va de paso, ni siquiera se detiene a saludar. Necesitamos que vuelvas, por favor, te necesitamos con nosotros! JETI VUELVE YA QUE NO TENGO PANTALONES CORTOS JODER!!!!
miércoles, 6 de junio de 2007
EVOLUTION
No tengo ni idea, tampoko sé si algun dia la tendré, o si de aqui un rato, unas horas, o unos dias, me dirán que no debo empezar asi...pero me enorgullece, poder relataros, como ha evolucionado el nombre de un miembro de clase..llamemosle de momento (A.A).Un dia cualquiera, no puedo recordarlo bien, pues sí,yo no estaba, ajaj, por su atuendo y su bien puesto accesorio, no pensemos mal, me refiero a su entrañable, cadena con una cruz con su cristo, le fué concedido el mote,apodo, (llamese-le como quiera)A."believer".Ha llovido mucho desde entonces,dias, meses, incluso 2años han pasado, entrañables compañeros han desfilado por nuestro costado, pero Believer continuaba en auge.Lo siento blogueros, no obstante amigos, Su mote, hará un par de semanas, sufrió una modificacion. ivamos, entramos a un Pub, believer y yo,para saludar a Amparo, salimos en busqueda de tomatito ( ya se desvelará su identidad) y de el jodido mejikano, nos metemos en el coxe y suelta, el osado Believer.." que asko yo me esperaba ver Dibas" y todos riendonos jajajaja..Madremia..dibaaas...dibaass deeeel amoooooooorr.....dandose el caso que habia un paraguas, que usaba Ciego ( el mejikano d las pelotas, Apu tmb conocido dsd hoy) y decia que era un jeday..asiq..de ahii apareció "Dibay", Sí, el nuevo apodo de believer..No han pasado ni 2 semanas..Estando enel primer piso del jodido Ceu...dice...voy a asomearme para ver algun escote...y (ciego y yo) riendonos...madremia..escote...jaaja te vas a lefar?De la nada se oye...Madremia LEFAY!!! Aqui queda relatada la evolucion de LEFAY, el joven Believeer d antaño, hasta su proxima, no obstante lejana evolucion.un saludo CabroneeeeeeeeeeesP.D: Omito mi nombre, a cambio de mi segundo apellido :D
la leyenda.
...y Lefai dijo: "malditos sean aquellos que no se la machaquen todos los días", mientras, de reojo, miraba la tez estupefacta de Asfalto. Y así fue como Lefai (antaño simple Believer) inició su leyenda, una leyenda que ya palpitaba latente en nuestros corazones, pero que sólo podía irrumpir en nuestras vidas con una frase como aquella. Había nacido un nuevo mito, un semi-dios, había nacido... LEFAI. |
bienvenidos.
Ante la regular aparición de motes con los que referirme a mis honorables compañeros de fatiga, J. Asfalto y A. Believer, me encuentro con la necesidad-obligación de crear este lugar en esta dimensión deconocida para relatar, siempre con cariño, las aventuras que acontecen en nuestras vidas de estudiantes universitarios. Todo lo que aquí se cuente debe ser referido ciñéndose a la estricta realidad a la que nos hallamos sujetos. Sin más pesquisas, abro la veda a aquel que desee y ose verter sus palabras allá (que ahora es aquí) donde habita el Jeti... |
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